Es así. Cuando te encuentras en el insomnio de la noche deescubres que no has sido más que unas líneas en un papel. Que lo que escribiste hace años sigue teniendo la misma validez. Sigues llevando la bola del mundo a tus espaldas pero en la nuca no sólo se te clava el Atlas. La cordillera del Himalaya, las torres Kio, la sagrada familia, la muralla China de la incompresión… todo está ahí machacándote.
Anoche encontré este poemario. «El pez ahogado». Os lo voy a dosificar en tres partes. He aquí la primera entrega de un corazón inlatente.
¡Oh, cómo me han calumniado!
He aquí
mi castigo. Soy blanco
y los hombres me ven encarnado.
Federico García Lorca
Nota previa al lector
Este pequeño compendio de pulsiones destructivas no es otra cosa que un reflejo. Un espejismo de vacua arena que esculpe un camino de diálogo entre el mar y el pez ahogado por sus propias branqueas. Un rugido pianísimo que se atreve a denominar todo un camino de hormigas como la solución final a cada una de sus dudas. En pocas palabras: cuando ya se ha abandonado toda ilusión por bañarse en el sol fresco de la mañana, una corriente indómita siempre te hundirá más y más en las aguas movedizas.
Capítulo primero: Resaca
Y esta nieve borra esquinas y borra sombras,
pues hasta de noche la nieve alumbra. Y yo no
se lo que es verdad y lo que es mentira, ni lo
que vi y lo que soñé –o mejor lo que soñé y lo
que sólo vi-, ni lo que supe ni lo que creí. Ni
sé si estoy traspasando a este papel, tan blanco
como la nieve, mi conciencia, que en él se ha de
quedar, quedándome yo sin ella. ¿Para qué
tenerla ya?
Miguel de Unamuno
Stand By
Es tarde.
Más acá de las fronteras de lo cierto
el pentagrama se estira
creando un bajel de plumas
que me aguarda quieto.
Nevado, vacío,
me aguarda quieto.
Sin remedio alguno
A veces me pregunto
si tengo remedio.
Entendedme
si me duele algo…
me medico
pero…
¿cómo soluciono mi problema vital
cuando unas angostas ramas
crecen en mi mente
y ahogan los pocos pájaros verdes
que cantan en mi cara?
Injusta vida
Si se come tu corazón una sirena
y roban tu casa los caracoles
y tus canas son entregadas al aire
y tus manos se impregnan de hiel enlatada
y tu mundo explota quemándolo todo…
entonces,
y sólo entonces,
aceptaré que me preguntes
si las cosas aún pueden ir peor.
¡Por supuesto!
Desenmascarado
Nací creyendo que era el ombligo del mundo.
Crecí creyendo que era la niña bonita,
el mascarón de proa
el verso bello…
Pasó el tiempo y olí que no era tan bueno
y, llegando a la mitad…
he descubierto que me han robado el credo.
Tiemblo pensando en el final
de esta mala obra hecha con poco dinero.
Sin salida de incendios
Todo son ladrillos rojos y adoquines negros.
Si miro al cielo, veo nubes pesadas
que mueven sus enseres como quien no quiere perderlos.
Alrededor de mis brazos crecen ladrillos rojos
y, por más que lo disimulen,
lo hacen sólo cuando los miro.
Sé que no están ahí,
que han sido creados para detener mi aliento.
Pierdo el tiempo entre resquicios ciegos
pero no consigo escapar de ellos.
Mire donde mire,
todo son ladrillos rojos y adoquines negros.
Dicotomía
En ocasiones intento escribir en un manto de óleo.
No lo intentéis.
Es peligroso.
En ocasiones no reconozco mi ser
y no palpito.
En ocasiones encuentro mis ojos
y entonces lloro.
Aire
Saboreo la nada total
intentando descifrar su enigma.
No es salada
(sé que lo parece)
Tiene, más bien,
un chorro de versos tristes
y unos toques de duendes muertos.
Y, quizá,
al fondo a la derecha,
una mijita de hiel.
Todo el oro del mundo
Salta el oro del agua
y un sol enfermo de ictiosis
regala a todos los perdedores
toneladas de miel.
Vive para asegurarse de que mi mirada,
ciega para siempre,
regale calor a las flamígeras escamas de las sirenas.
Un cuerpo liso se ensombrece
impertérrito frente a las palabras
mientras busca una pesadilla
para que le recuerde la nostalgia
de hacerse menor.
Si
No.
Cabizbajo
Un fragmento de arena
rompe mis tuétanos
y no quedan más nubes
donde ocultarme de tu mirada.
No entiendo
No entiendo.
No me entiendo.
Ya no veo manuales de espumas
en mi rastro.
¿Dónde se han metido
los prados verdes de mi infancia?
Los regueros del ocaso callan cabizbajos
y escuchan.
Y escuchan.
Y escuchan.
Nada.
Sin mirar atrás
Caminando sobre mis huellas
viene todo lo perdido.
Como los restos del cirio
me he quedado sin aliento,
consumido
quieto
germinado por una semilla de viento.
Los siete mares del Rhye
Todo es gris.
Incluso las columnas
humeantes al tiempo
y sus estériles moradas
de reflejos sordos
que miran hacia mí.
En este mar
todo es gris.
Y lo es porque tiene que serlo.
Porque la vida,
aunque nos pese,
es gris.
No hay castillos verdes
ni plateadas flores.
En este hielado lugar
todo es gris.
Gris hueso
gris carne
gris cardo
o simplemente gris gris.
Moléculas inversas
Me miro al espejo.
Se detienen el duendecillo que guía mi habla,
el forzudo que empuja mi masa informe,
el limpia ventanas de mis palabras…
Todos se paran.
Saben que ha comenzado la última cena.
Comerán y beberán
hasta saciar sus lágrimas
y en un acto de bondad infinita,
el definitivo,
sonreirán frente a la cámara.
Pintando sonrisas
Me canso.
Sí.
Lo que me rodea
me agota enormemente.
Parece mentira que uno pueda sonreír sin vida.
Aunque no lo sepas,
algunos muertos reímos y cantamos.
Hacemos todo lo necesario
para que otros sueñen
para que otros vivan nuestras gastadas ilusiones
mientras nosotros nos hundimos en la tierra.
Falso Clímax
Estoy donde siempre
he escrito que estaría.
Estoy…
soy…
junto a estos versos enrejados
frutos de mis comidas
junto a las sombras de cafeína
que no huyen de mi vida.